A pesar de todo...la ciudad sigue tocando
En los últimos cuatro años, después del incendio en el boliche Cromañón, cerraron 32 clubes de música y en la actualidad sólo siguen en pie 24. Alma Tango, Café Homero, Bar Tuñón, El Club del Vino, La Revuelta, La Peña del Abasto y el Gandhi, son algunos de los nombres más representativos que debieron cerrar sus puertas al circuito porteño.
El peligro a perder esa riqueza de la que tanto se ha jactado la Ciudad, incluso en el ámbito internacional, llevó a que la Legislatura porteña apruebe una Ley de “Promoción de la Actividad Musical no dependiente del Ámbito Oficial”, que establece una serie de exenciones impositivas, subsidios y créditos a músicos y a espacios de música en vivo.
La norma fue aprobada por unanimidad, a mediados de marzo, y crea un régimen que “protege, propicia y fomenta la actividad musical en vivo en la ciudad”.
El proyecto, presentado por los legisladores Facundo Di Filippo (Coalición Cívica), Inés Urdapilleta (Frente para la Victoria) y Patricia Walsh (Nueva Izquierda), tuvo origen en distintos reclamos de los sindicatos de músicos, intérpretes y empresarios; así como también de figuras consagradas como el maestro Leopoldo Federico, Atilio Stampo, Eduardo Falú y Susana Rinaldi, entre otros.
Según la ley, se destinarán 3.5 millones de pesos para otorgar créditos o subvenciones a quienes acrediten dos años de actividad tanto para los lugares físicos como los artistas; al tiempo que crea un Directorio -ad honorem- que dependerá del Ministerio de Cultura y que implementará el régimen de promoción musical.
En tal sentido, Urdapilleta, presidenta de la Comisión de Cultura de la Legislatura, resaltó que “sus beneficiarios son los músicos pero también todos los porteños que tendrán la posibilidad de volver nuevamente a gozar en vivo de las expresiones que más tienen que ver con la construcción de la identidad”.
No obstante, representantes del sector exigen que la ley se reglamente en un corto plazo porque hay muchos clubes “que no saben si van a poder abrir la semana que viene” y músicos que “no pueden grabar ni difundir sus trabajos”.
El presidente de la Cámara de Espacios de Música en Vivo –Camuvi- y propietario de Torcuato Tasso, Hernán Greco, dialogó con la Cooperativa de Medios Barriales y evaluó el impacto de la nueva normativa en la cultura porteña. “Nosotros somos una marca, que hace 16 años que la peleamos; si decimos que cerramos tenemos a Luis Salinas, la Tana Rinaldi o Leopoldo Federico en la puerta impidiéndolo pero debemos garantizar que todos los clubes puedan seguir trabajando y multiplicar el número de clubes”, dijo.
-¿Qué significa una Ley de Concertación Musical en la Ciudad?
-En primer lugar, que los legisladores tomaron conciencia de que la música en la Ciudad está atravesando una situación de emergencia con riesgo de desaparición. Ahora, hay que reglamentarla porque los lugares cerraron y siguen cerrando en estos días y no sé cuantos lugares de música va a haber en mayo.
-¿Con la ley en vigencia, se resuelve el problema de la producción musical y de los locales de música en vivo?
-En parte. Nosotros pedimos que se generen nuevos espacios porque con sólo garantizar el funcionamiento de los clubes actuales no basta para atender la demanda de los músicos. Necesitamos que se fomente un circuito para sumar público e ir sedimentando la producción musical en la ciudad. Mucho se dice que Buenos Aires no duerme, de su industria cultural pero la verdad es que necesitamos que se tripliquen el número de establecimientos para dar lugar a todas las expresiones. Si no está este circuito, nos convertimos en pequeños lugares de resistencia.
-¿El quiebre fue Cromañón?
-Lo que pasó en Cromañón nos pasó a todos. Y hablo, por supuesto, del dolor por los pibes que murieron, pero también porque a partir de ahí tener música en vivo, sin importar el género, representó un problema ya que el gobierno salió a clausurar. Se evidenció el vacío jurídico respecto a los lugares de música. De hecho los clubes de música no tenían entidad dentro de la nomenclatura de la Ciudad. Recién ahora hay una ley que nos menciona pero sin un reglamento específico. De repente, habían silenciado la ciudad pero afortunadamente desde la Camuvi logramos que pudieran entender que no se podía seguir asistiendo al cierre diario de espacios de música, fuentes de trabajo (músicos, personal gastronómico y todo lo que contiene la actividad). A partir de allí comenzamos a laburar para generar las condiciones para que se den estas leyes que hoy están empezando a salir. Pero, insisto, hay que reglamentarla. La pelota quedó picando en el Ejecutivo.
-En este sentido, ¿cuánto tardará en sentirse algún tipo de efecto reparador para los sectores beneficiados con la ley?
-A partir de la reglamentación, aunque quizás no sea mucho tiempo que reste hasta fin de año, se va a notar el impacto inmediatamente. Es que la situación es tal, que hay lugares que no saben si abren la semana siguiente y la ayuda que la legislación prevé resulta de suma importancia. Decirle a los músicos que están grabando y que no tienen cómo financiar la presentación o la prensa para su difusión que antes de fin de año van a contar con un presupuesto para hacerlo es maravilloso. Igualmente, considero que con el tiempo, cuando se ejecuten las partidas asignadas desde principio de año, reflejará la verdadera dimensión de contar con un marco de fomento a la producción musical con un circuito mas afianzado.
-¿Qué representan los clubes de música en la Ciudad?
-Hablan de una identidad musical y cultural de Buenos Aires. Lugares donde las figuran se van formando y se refugian géneros como el tango. Es donde toca la Primera A del tango. No hay otros escenarios. El tango no va a la calle Corrientes fundamentalmente porque nadie produce ni esponsorea tango. Los clubes de música son casi imprescindibles para que se produzca un diálogo necesario y fluido entre el artista y su público. De lo contrario, como durante tantos años, nuestros usos y costumbres llegan desde el puerto o desde Ezeiza. Si desaparecen los clubes vamos a tener que armar grupos de escucha y quedamos sumidos a lo que nos bajen los multimedios y las multinacionales.
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