Callar al cantor
“Un emblema de este barrio tanguero: Ca-tú-lo Castillo”, dice el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, al inaugurar la plaza de Boedo, a fines del año pasado.Lo dijo así, con un acento a destiempo que sacude al oído tanguero. Una paradójica entonación, de otras latitudes, de culturas ajenas a la cuna del 2 x 4 que –sin proponérselo- sirve como metáfora del matiz “exportable” que en la actualidad tiene el tango en la Ciudad, con festivales internacionales planificados en perspectiva turística, escasez de escenarios para los espectáculos de tango y la poca expansión en gran parte de los barrios de la cultura tanguera, tal como señalan los artistas locales.
“El desmantelamiento y debilitamiento del Programa Cultural en Barrios, el vaciamiento de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad, las clausuras sobre los espacios de música, la ausencia de planes de fomento para el consumo local discográfico y la fuerte centralización territorial de las acciones de cultura son las aristas mas preocupantes del mapa cultural porteño”, señala Germán Marcos, integrante de la Unión de Orquestas Típicas y productor de Fractura Expuesta, la “trinchera” desde la que difunden a la nueva generación del tango.
Cierto es que el tango resulta un fenómeno complejo por su dimensión y su entramado, combinando un importante volumen de producciones destinadas a turistas, proliferación de milongas, cada vez mas adeptos al baile y un creciente circuito alternativo y autogestivo que busca darle fuelle a las orillas de ese tango “for export”.
No obstante, desde los sectores mas tradicionales del ambiente se muestran conformes con la política cultural que enmarca a esa gran conjunción de actores que integra el tango.
“El tango está muy bien representado, tanto por sus figuras como por el circuito en que circula. Hay once casas de tango, con shows de muy buen nivel; los festivales son cada vez mejor y hay una nueva generación de músicos, compositores, bailarines, etc que demuestran que el tango en la Ciudad goza de muy buena salud”, dice el maestro Horacio Ferrer, presidente de la Academia Nacional del Tango, en declaraciones a la Cooperativa de Medios Barriales.
En cambio, desde la “nueva generación” de tangueros cuestionan la falta de apoyo desde la cartera de Cultura y ponen el acento en la dificultad para difundir y presentar sus espectáculos. “La mecánica habitual es ofrecer el show, que el dueño del boliche acepte la propuesta, te presente el arreglo sobre entradas vendidas y entre ambos sostengan la difusión del evento y que Dios nos ayude. Otra opción es formar parte de un elenco de un espectáculo pensado para turistas: Mucho lamé, muchas parejas de baile y un presentador bilingüe. Hasta puede haber boleadoras”, ironiza Gabriela Elena, cantautuora, nacida en Barracas, de estirpe tanguera, que editó su disco debut “Buenos Aires, tango y diván”, en el 2008.
La artista no coincide con la mirada del maestro, al que homenajeó en uno de sus tangos, “A Horacio Ferrer”, respecto a la promoción del “tan afamado patrimonio de la humanidad” y apuesta a la “autogestión” para paliar ese vacío.
“Nos encontramos con la ausencia de políticas gubernamentales que colaboren en una promoción amplia del tango. Más allá de las propuestas del Fondo Metropolitano para la cultura, las artes y las Ciencias, o los subsidios del Fondo Nacional de las Artes para grabaciones de CDs, - métodos engorrosos para obtener algo, más parecido a una prueba de obstáculos que a una opción posible- lo que encontramos a diario es apenas un puñado de lugares donde hacer nuestros espectáculos con más o menos suerte pero sin ningún apoyo institucional”, explica Gabriela Elena.
Festivales
La reciente edición de Tango Buenos Aires Festival y Mundial 2011 tuvo una concurrencia de 400 mil personas, según cifras brindadas por los organizadores, en las distintas sedes del evento, el Centro de Exposiciones, el CCC Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza y el Teatro de la Ribera de la Boca.
“Estoy muy satisfecho por el crecimiento año a año en cantidad de público, en cantidad de parejas inscriptas al Mundial, porque participaron emprendedores culturales y jóvenes artistas de la escena actual, renovando la escena e integrando nuevos públicos. Son las dos líneas que fijamos: La recuperación patrimonial y la proyección a futuro del tango”, expresó Gustavo Mozzi, director artístico del encuentro tanguero.
Sin embargo, hubo muchas críticas desde los sectores mas populares del tango al considerar que los megaeventos como el citado es “para la postal” en el que se “gastan cuantiosas sumas de dinero efímeros en el espacio público, en detrimento de áreas como los centros culturales, bibliotecas, talleres de promoción cultural, restauración del patrimonio, etc”, tal como señaló Germán Marcos.
Frente a ello, Marcos alude a la contracara de ese gran evento promocionado en escala mundial: una serie de festivales independientes programados en distintas etapas del año, que vienen a cubrir los doce meses que transcurren entre cada edición.
“Lo llamamos el tango antipostalero”, cuenta, en referencia a la iniciativa de músicos autoconvocados para organizar otros festivales como el de La Boca, el de Almagro, el Festival de Tango Independiente”.
Precisamente, la Unión de Orquestas Típicas y Fractura Expuesta son parte de la organización de este último. “Surge a partir de que se decidió cambiar la fecha del Festival Mundial para hacerla coincidir con la época en que llega mayor turismo a la Ciudad. Por eso nosotros tomamos la semana que se ubica entre el feriado de carnaval y los días por la memoria, aprovechando nuestro verano, con el tango al aire libre, para que confluyan el pueblo y sus artistas. Que participen todos porque al festival oficial lo sacaron de los barrios, redujeron sedes, en algunos ni siquiera se colocaron afiches de promoción”, advierte el periodista tanguero. Y agrega: “Este festival acapara las acciones que desde Cultura se implementan en torno del género pero hay que remarcar que debemos contar con actividades para todo el año, porque al tango no se lo cosecha sólo en agosto”.
De Notables y Clausuras
Una de las mayores preocupaciones que aquejan a estos trabajadores de la música, es la “seguidilla de clausuras” que recaen sobre los locales aptos para espectáculos, desde Cromañón a esta parte.
“El tango no se clausura”, fue uno el lema del Festival de La Boca, pero que expresa el sentir de distintas expresiones tangueras que encuentran en esta cruzada musical su forma de ampliar el espinel del tango.
Para Ferrer son los “Bares Notables”, aquellos lugares históricos destacados como emblemas culturales por la Ciudad, quienes también deben ser protagonistas del reverdecer de escenarios.
“Me interesa aportar soluciones y creo que se debiera retomar la política de bares notables. En total, hay 80 en la Ciudad. El gobierno paga el caché de los artistas que van a actuar allí y esto tiene un doble impacto, tanto para los músicos como para los propietarios de estos bares que están distruidos en casi todo el territorio porteño. Eso resultó, fue muy bueno y debería darse continuidad a esa política”, señala uno de los mayores difusores del tango.
Otra de sus propuestas, en este sentido, es delinear una política cultural que incorpore orquestas y músicos en vivo a las milongas que –cada vez más- proliferan en Buenos Aires y contar con señalización de todos los lugares vinculados al tango.
Desde otra perspectiva de resguardo del patrimonio, los músicos critican que la casa natal de Filiberto –en La Boca, con pintura de Quinquela- espere desde ya varios años la decisión oficial para ser adquirida y destinada a museo de tango.
“Muestras de esa condena de un amor ausente tras un retazo del olvido”, cierra Gabriela Elena, citando a Cátulo, con acento de bandoneón.