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El tarifazo pega fuerte en los clubes de barrio, claves en la contención social durante la crisis: "Estamos con luz naranja"

 Las facturas subieron de golpe y no hay posibilidad de aumentar la cuota, con socios ya golpeados. 

 

En el último mes se llevó a cabo un "tarifazo" en los valores de los servicios públicos. Lo hemos experimentado en nuestras casas, comercios e industrias, en los cuales de manera pequeña o grande nos hemos visto obligados a ajustarnos y reducir otros gastos para poder hacer frente a las tarifas. Sin embargo, en esta actualización de precios no quedaron exentos las instituciones que cumplen un rol social fundamental en los barrios, en la contención, en la inclusión, la socialización y la formación de niños y niñas y familias en general. Hablamos de los clubes de barrio.

Si bien el "tarifazo" golpea a todos, a estos particularmente los azota con más fuerza. A diferencia de un negocio, no tienen la posibilidad de trasladar gran parte del costo al valor que perciben como ingreso, ya que atenta con la lógica misma de estas instituciones. Un club vive de sus socios, y lo mejor que le puede pasar es llenarse de gente con la capacidad de solventar la cuota y dispuesta a acercarse a, justamente, distraerse de la crisis y pasar un buen momento, además de formarse deportivamente.

Por eso, los clubes de nuestra Comuna 12 y de todo el país en general viven una situación de emergencia y piden por una intervención ya sea del Gobierno Nacional, porteño o mediante organismos legislativos, como ya sucedió en otras crisis, para hacer frente a la nueva realidad sobretodo de los costos de las tarifas.

Los clubes tienen una función social a la altura de las escuelas y en zonas de mayor conflictividad social, han evitado que muchos chicos caigan en la droga o la delincuencia, por ser un lugar de pertenencia y contención.

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En diálogo con el programa de Radio de este periódico, Conexión Comunas (Z80 RADIO), Pablo Gerez (Presidente de la Federación de Entidades Sociales y Clubes de Barrio Unidos) describió con dureza la realidad del sector. "Estamos con una luz naranja, casi roja, para todas las instituciones sociales que trabajamos para contener a chicos y grandes. Son lugares muy sensibles, allí van los hijos de todos nosotros. No hay colores políticos ni diferencias", planteó.

"Los aumentos están entre 150 y 180 por ciento promedio, y porque todavía estamos dentro de la categoría baja de subsidios", indicó asimismo. Gerez sostuvo que se están llevando a cabo reuniones desde su Federación y otras con legisladores y dirigentes políticos, con el fin de conseguir una normativa que exeptúe o al menos haga atenuar el impacto del "tarifazo" en los clubes e instituciones barriales.

En nuestra Comuna 12, son más de diez los clubes que están en esta situación de emergencia. Este periódico hizo un relevamiento y estos se alternaban entre quienes ya sufrieron el primer mes de actualización tarifaria y aquellos que hasta ahora vienen "zafando", pero temen por el inminente cambio. 

Diego Isingrini es el tesorero de la Asociación Vecinal Loma de Saavedra (Pico 3540), recientemente recuperada hace un año por un grupo de socios, que se propusieron volver a darle vida y recuperar aquellos tiempos. Allí el golpe del "tarifazo" ya se hizo sentir.

"Veníamos con tarifas medianamente reguladas, pero de diciembre a esta parte, y sobretodo en el último mes, explotó. Entre abril y mayo tuvimos un aumento de $20.000 de luz, pagando $53.000 con la última factura. También subió $8.000 el gas; el agua por ahora está estable, pero no sabemos hasta cuándo", describió el directivo. 

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El drama se acentúa en las pocas posibilidades que tienen estas instituciones de aumentar los ingresos, en momentos en que los socios tienen en su vida particular ya un alza de su costo de vida. "Son situaciones donde uno como club de barrio tiene que afrontar, porque las puertas deben estar abiertas, y seguir prestándose a vecinos del barrio. Por esa razón, la idea nuestra es mantener las actividades deportivas que tenemos, y contar con una cuota social acorde a nuestros socios y socias", se sincera.

Como muestra de ello, explica que la cuota actual de Loma de Saavedra es más bien simbólica: está en los $1.000. "Así, le damos a la gente la posibilidad de sumarse y participar, y la verdad que tenemos una gran respuesta. No hay que bajar los brazos, y todo el mundo sabe que lo que se hace es para beneficio no solo del club, sino del barrio", suma Diego.

Para aumentar un poco los ingresos, manifiesta, recurrieron a ideas interesantes como el alquiler del salón para cumpleaños infantiles o festejos. "Nos permite tener algo de plata extra y también es una gran oportunidad para los vecinos, porque pagan mucho menos que un salón común. Nos lo agradecen mucho", dice.

La preocupación, de todos modos, sigue. Es que recién hace algunos meses pudieron normalizar la situación institucional, y previamente destinaron mucho dinero en los trámites de puesta al día en la documentación, con sellos muy costosos. "Lo más preocupante es que esto no termina acá. El Gobierno asegura que va a seguir actualizando las tarifas, y nosotros no podemos subir la cuota mucho, nuestros socios no pueden afrontarlo", lamenta Diego. 

Por eso, se suma al pedido para mejorar la situación. "La idea es que se respeten los clubes por su prestación social, y se le dé un beneficio", pone a consideración. Así sucedió por caso en la pandemia, cuando la propia Ciudad de Buenos Aires lanzó un programa de subsidio para clubes de barrio. En paralelo, el Gobierno Nacional lanzó el programa "Clubes en Obra" donde financió las obras de centenares de instituciones, que les permitió arreglar cuestiones pendientes o crecer.

Hasta ahora no hay señales en ese sentido ni de la gestión de Jorge Macri ni de la de Javier Milei. Estos clubes, sin embargo, no bajan los brazos, y por el contrario, refuerzan su rol social. Han organizado ollas solidarias y colectas, y se preparan para ser como cada invierno, un refugio y una alternativa a cada gente sola que va en búsqueda de un abrigo o de un lugar para pasar la tarde en medio de la intemperie.

Como en cada crisis, los clubes se convierten en los ámbitos para "pasar el invierno" y contener a los suyos. Como una madre o padre que deja de lado sus propios dolores o padecimientos para aupar o calmar a sus hijos.