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Ciclistas y Vecinos de Saavedra: Crónica de una convivencia difícil

 

La histórica polémica entre ciclistas y vecinos de la zona del Parque Sarmiento se agudizó en los últimos meses. Dos accidentes (uno que terminó trágicamente) caldearon el ánimo y derivaron en la aparición de tachuelas en las calles donde los ciclistas entrenan. Para buscarle una solución, el domingo 16 hubo una reunión de la que también participaron funcionarios. Los argumentos de uno y otro grupo están bien definidos y parece haber muy pocos puntos en común entre ambos.

Este periódico entrevistó a Oscar Filardi, Alejandro Mograbi, Adrián Ortelli y Mariana Morgavi, ciclistas que en forma amateur entrenan en el circuito establecido en la colectora de la General Paz, la avenida Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. También dialogó con Alberto Rodríguez, miembro de la Asociación Vecinal Barrio Cornelio Saavedra.

“No estamos en contra del ciclismo, sino del lugar donde se practica, la vía pública”. Así comienza el representante vecinal su argumento. Y prosigue: “El problema está en la cantidad de ciclistas y la velocidad a la que van. La mayoría circula en pelotones, y no respetan absolutamente nada, porque vienen tan rápido que no pueden frenar”, dice Rodríguez.

Imposibilidad de sacar el auto de la cochera por el incesante tránsito de bicicletas, insultos cuando desean cruzar los semáforos de Ceretti y Andonaegui, prepotencia y agresiones como patadas en el auto o golpes cuando no los dejan pasar, son las dificultades que los vecinos, especialmente los frentistas de Crisólogo Larralde, denuncian. “Ellos consideran que tienen la prioridad porque no pueden frenar. Dicen que no pueden hacerlo porque circulan en pelotón y perjudican a los de atrás, pero ese es un problema del lugar donde hacen el deporte. En un circuito podrían ir a la velocidad que quieran”, afirma Alberto Rodríguez.

Los ciclistas se defienden: “Es entendible la queja, pero sólo se la agarran con nosotros. En la misma calle hay autos y colectivos que van a fondo, vehículos mal estacionados o en doble fila, contenedores sobre las ciclovías. Todos deberíamos respetar y hacer respetar las normas”. De todos modos, reconocen que debería haber un margen entre los ciclistas para circular más despacio en Larralde, y que no se puede generalizar, ya que muchos (entre ellos los entrevistados) son vecinos de la zona y pedalean hace décadas sin inconveniente. Algunos somos conscientes que a veces no se puede cumplir los tiempos porque hay tránsito o gente y a otros no les importa y siguen igual. Te encontrás de todo, pero esto debe solucionarse”, dice Oscar Filardi, quien sale con su bicicleta desde hace más de 30 años por la zona. 

“Competencia acá no hay. Son grupos de entrenamiento, y algunos se forman espontáneamente. El ciclismo se presta a la formación de pelotones espontáneos.  El problema es que es difícil de detenerlo. Cuando el de adelante tiene que frenar, si bien tiene reglas, te quita la facilidad de tomar maniobras bruscas para evitar accidentes”, manifiestan los ciclistas.

La gran difusión del ciclismo en los últimos años, la incorporación de bicisendas, la medalla dorada en 2008, entre otros motivos, hicieron que mucha gente que antes se subía a una bicicleta por diversión, lo haga en forma deportiva amateur. Esta explosión llevó a que entre 800 y 1200 ciclistas lleguen  a circular en temporada alta en el circuito. También hay corredores y patinadores. La misma Crisólogo Larralde reúne un gran tránsito vehicular por ser una salida a la Avenida General Paz, y porque tres líneas de colectivos- 176, 110 y 112- pasan por ella, además de las viviendas sobre la acera y sus respectivas cocheras.  

El clima de convivencia se complicó en los últimos meses. En marzo de este año una vecina de 79 años fue atropellada por un pelotón cuando quería cruzar en Aizpurúa y Larralde. Fue internada y a los pocos días murió. Alberto Rodríguez, de la asociación vecinal, destaca que al menos el ciclista no huyó y acompañó a la familia en la internación. Tiempo después, cerca de junio, quienes circulaban los domingos a la mañana por la zona comenzaron a encontrarse tachuelas en el asfalto, que pinchaba las ruedas de las bicicletas. Desde entonces, se hizo rutina. “Es el show de la tachuela”, dicen los ciclistas. Y afirman que esto hizo que muchos emigraran a pedalear a otra zona. Pese a que los ciclistas dicen tener identificado al vecino que lo hace, Alberto Rodríguez, dice que son maniobras de distracción, de victimización y que no le consta que haya vecinos que tiren tachuelas.

Desde los negocios de la zona sienten la baja en la cantidad de ciclistas por los antecedentes de las tachuelas. El “Ruso”, dueño de la bicicletería “Tauro” de Larralde y Achega, comenta que bajó un 50% la cantidad de gente que viene a pedalear, y que eso repercute en todos los negocios, porque mucha gente viene en familia y mientras uno anda en bicicleta, el resto está tomando algo o consumiendo en los locales del barrio.

El pasado domingo 16 de agosto, se realizó una reunión entre ciclistas y vecinos donde se hizo presnete el funcionario del Gobierno porteño e hijo del Presidente de la Comuna 12, Juan Martín Lavarello y el Comunero Basilio Sioutis.  Ambos grupos proponen la creación de un circuito dentro del Parque Sarmiento. Pero las disidencias son respecto al “mientras tanto”, de una obra que no podría comenzarse de un día para el otro por la burocracia estatal. Los vecinos piden reductores de velocidad como lomas de burro y sanciones para quienes no frenen en los semáforos. Para los ciclistas, eso atenta contra la práctica de su deporte y solicitan semáforos intermitentes que involucren a los autos y una señalética que advierta que es una zona donde circulan bicicletas.

Desde hace años, ciclistas y vecinos de Saavedra mantienen una difícil convivencia por el uso del espacio público en los alrededores del Parque Sarmiento. Pero en los últimos meses, después de accidentes y ataques, el conflicto se profundizó. Hace pocos días se reunieron con funcionarios, para buscar una solución. Si bien coinciden en la necesidad de un circuito dentro del parque, no se ponen de acuerdo en las medidas transitorias y el consenso parece estar lejos. 

 

La histórica polémica entre ciclistas y vecinos de la zona del Parque Sarmiento se agudizó en los últimos meses. Dos accidentes (uno que terminó trágicamente) caldearon el ánimo y derivaron en la aparición de tachuelas en las calles donde los ciclistas entrenan. Para buscarle una solución, el domingo 16 hubo una reunión de la que también participaron funcionarios. Los argumentos de uno y otro grupo están bien definidos y parece haber muy pocos puntos en común entre ambos.

Este periódico entrevistó a Oscar Filardi, Alejandro Mograbi, Adrián Ortelli y Mariana Morgavi, ciclistas que en forma amateur entrenan en el circuito establecido en la colectora de la General Paz, la avenida Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. También dialogó con Alberto Rodríguez, miembro de la Asociación Vecinal Barrio Cornelio Saavedra.

“No estamos en contra del ciclismo, sino del lugar donde se practica, la vía pública”. Así comienza el representante vecinal su argumento. Y prosigue: “El problema está en la cantidad de ciclistas y la velocidad a la que van. La mayoría circula en pelotones, y no respetan absolutamente nada, porque vienen tan rápido que no pueden frenar”, dice Rodríguez.

Imposibilidad de sacar el auto de la cochera por el incesante tránsito de bicicletas, insultos cuando desean cruzar los semáforos de Ceretti y Andonaegui, prepotencia y agresiones como patadas en el auto o golpes cuando no los dejan pasar, son las dificultades que los vecinos, especialmente los frentistas de Crisólogo Larralde, denuncian. “Ellos consideran que tienen la prioridad porque no pueden frenar. Dicen que no pueden hacerlo porque circulan en pelotón y perjudican a los de atrás, pero ese es un problema del lugar donde hacen el deporte. En un circuito podrían ir a la velocidad que quieran”, afirma Alberto Rodríguez.

Los ciclistas se defienden: “Es entendible la queja, pero sólo se la agarran con nosotros. En la misma calle hay autos y colectivos que van a fondo, vehículos mal estacionados o en doble fila, contenedores sobre las ciclovías. Todos deberíamos respetar y hacer respetar las normas”. De todos modos, reconocen que debería haber un margen entre los ciclistas para circular más despacio en Larralde, y que no se puede generalizar, ya que muchos (entre ellos los entrevistados) son vecinos de la zona y pedalean hace décadas sin inconveniente. Algunos somos conscientes que a veces no se puede cumplir los tiempos porque hay tránsito o gente y a otros no les importa y siguen igual. Te encontrás de todo, pero esto debe solucionarse”, dice Oscar Filardi, quien sale con su bicicleta desde hace más de 30 años por la zona. 

“Competencia acá no hay. Son grupos de entrenamiento, y algunos se forman espontáneamente. El ciclismo se presta a la formación de pelotones espontáneos.  El problema es que es difícil de detenerlo. Cuando el de adelante tiene que frenar, si bien tiene reglas, te quita la facilidad de tomar maniobras bruscas para evitar accidentes”, manifiestan los ciclistas.

La gran difusión del ciclismo en los últimos años, la incorporación de bicisendas, la medalla dorada en 2008, entre otros motivos, hicieron que mucha gente que antes se subía a una bicicleta por diversión, lo haga en forma deportiva amateur. Esta explosión llevó a que entre 800 y 1200 ciclistas lleguen  a circular en temporada alta en el circuito. También hay corredores y patinadores. La misma Crisólogo Larralde reúne un gran tránsito vehicular por ser una salida a la Avenida General Paz, y porque tres líneas de colectivos- 176, 110 y 112- pasan por ella, además de las viviendas sobre la acera y sus respectivas cocheras.  

El clima de convivencia se complicó en los últimos meses. En marzo de este año una vecina de 79 años fue atropellada por un pelotón cuando quería cruzar en Aizpurúa y Larralde. Fue internada y a los pocos días murió. Alberto Rodríguez, de la asociación vecinal, destaca que al menos el ciclista no huyó y acompañó a la familia en la internación. Tiempo después, cerca de junio, quienes circulaban los domingos a la mañana por la zona comenzaron a encontrarse tachuelas en el asfalto, que pinchaba las ruedas de las bicicletas. Desde entonces, se hizo rutina. “Es el show de la tachuela”, dicen los ciclistas. Y afirman que esto hizo que muchos emigraran a pedalear a otra zona. Pese a que los ciclistas dicen tener identificado al vecino que lo hace, Alberto Rodríguez, dice que son maniobras de distracción, de victimización y que no le consta que haya vecinos que tiren tachuelas.

Desde los negocios de la zona sienten la baja en la cantidad de ciclistas por los antecedentes de las tachuelas. El “Ruso”, dueño de la bicicletería “Tauro” de Larralde y Achega, comenta que bajó un 50% la cantidad de gente que viene a pedalear, y que eso repercute en todos los negocios, porque mucha gente viene en familia y mientras uno anda en bicicleta, el resto está tomando algo o consumiendo en los locales del barrio.

El pasado domingo 16 de agosto, se realizó una reunión entre ciclistas y vecinos donde se hizo presnete el funcionario del Gobierno porteño e hijo del Presidente de la Comuna 12, Juan Martín Lavarello y el Comunero Basilio Sioutis.  Ambos grupos proponen la creación de un circuito dentro del Parque Sarmiento. Pero las disidencias son respecto al “mientras tanto”, de una obra que no podría comenzarse de un día para el otro por la burocracia estatal. Los vecinos piden reductores de velocidad como lomas de burro y sanciones para quienes no frenen en los semáforos. Para los ciclistas, eso atenta contra la práctica de su deporte y solicitan semáforos intermitentes que involucren a los autos y una señalética que advierta que es una zona donde circulan bicicletas.

Una encuesta realizada entre los ciclistas revela que estarían dispuestos a pagar por utilizar el circuito en el Parque Sarmiento, y que se acercan a la zona por accesibilidad y la comodidad del lugar. Y agregan que aportan al barrio seguridad y una constante presencia de gente circulando y consumiendo en la zona.

“Es un límite muy fino entre todos tenemos que respetarnos. Esto no es un country, es un barrio abierto integrado a la ciudad y debemos recurrir al diálogo y la solución consensuada. Queremos convivir con todos. La forma no es tirando tachuelas”, cierran los ciclistas. Los vecinos quieren que dejen  el barrio cuanto antes, y que se desaliente la formación de pelotones de alta velocidad. Ambos celebran la presencia del Estado después de años de inacción. Las autoridades tienen ahora la palabra como árbitro del conflicto. 

 

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Una encuesta realizada entre los ciclistas revela que estarían dispuestos a pagar por utilizar el circuito en el Parque Sarmiento, y que se acercan a la zona por accesibilidad y la comodidad del lugar. Y agregan que aportan al barrio seguridad y una constante presencia de gente circulando y consumiendo en la zona.

“Es un límite muy fino entre todos tenemos que respetarnos. Esto no es un country, es un barrio abierto integrado a la ciudad y debemos recurrir al diálogo y la solución consensuada. Queremos convivir con todos. La forma no es tirando tachuelas”, cierran los ciclistas. Los vecinos quieren que dejen  el barrio cuanto antes, y que se desaliente la formación de pelotones de alta velocidad. Ambos celebran la presencia del Estado después de años de inacción. Las autoridades tienen ahora la palabra como árbitro del conflicto. 

 

 

 

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