
Milonga en Saavedra de la mano de Julio Dupláa
El evento que convocó a los amantes del tango se realizó en el marco del “Ciclo de Milonga en Clubes de Barrio” con entrada libre y gratuita, coordinado por Julio Dupláa junto con el área de Cultura del Gobierno de la Ciudad. La iniciativa tuvo como objetivo que los vecinos pudieran disfrutar en un club de barrio al ritmo del 2x4.
Apenas pasadas las 22, a metros de la entrada del Club Villa Cerini, las parejas formaron fila para hacer su pedido en el buffet donde se ofrecía un tradicional menú. Allí se encontraba Julio Dupláa.
La musicalización estuvo a cargo de la mujer de Julio, Elsa Quattrocchi. Para hacer un corte entre las tandas sonaron modernos tangos electrónicos. Con un estilo alegre y jovial, Dupláa se paseaba por todo el salón para saludar a los concurrentes.
Sentados a una mesa al costado de la pista se encontraban dos señores de alrededor de cincuenta años: Horacio Macaro y Luis Ciarfaglia. Horacio comentó que venía desde San Telmo. “Cuando escuché en la radio 2x4 que se hacía una milonga acá, no dudé en venir. Yo viví 15 años cerca del club y mis padres hicieron la fiesta de casamiento en este lugar”, explicó con brillo en sus ojos celestes.
Horacio y Luis se definieron como “milongueros” y hablaban sobre la diferencia entre el estilo de tango escenario y de salón. Según Horacio, “el gancho no está bien visto en el tango salón, en donde se baila en una ronda en sentido contrario a las agujas del reloj”. Ambos amigos charlaban y hacían alusión a los que tienen zapatos blancos o grises. “Esos son más de tango profesional, tenés que ser muy bueno para saberlos llevar y no pasar vergüenza”, aseguró Horacio.
A las 22.50 Julio Dupláa hizo los primeros pasos en la pista y comenzó la milonga. Cuando sonó el tango “Emancipación” de Pugliese, Horacio saltó de la silla para buscar una pareja de baile.
Julio hizo dúo con Lola Ruiz: bailarina de notable postura, sus zapatos concretaban una fina combinación con su vestido negro y una flor roja que adornaba su cabello oscuro. La mayoría de las parejas tenían entre 50 y 70 años aunque otras más jóvenes también se mezclaban en la pista. Todas las miradas apuntaban a una pareja profesional. Ella, con un vestido rojo y zapatos color peltre con detalles brillantes. Él, con impecables zapatos blancos.
Eran las 23.30 y seguía cayendo gente al baile. Desde las mesas, las señoras observaban a los bailarines y hacían comentarios entre ellas agitando sus abanicos. Una parejita de unos 80 años bailaba haciendo los pasos básicos, y con sus ojos cerrados, expresaban toda la pasión en sus rostros.